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Con desgano resulté yendo al mismo “salón de belleza” de mi mujer y –como Poncho Rentería- le estoy sacando provecho a la conversación de las señoras, estimuladas por los peluqueros en todas sus combinaciones sexuales.
Tengo la ventaja de que me conocen la lengua y casi nadie la cara. A ellas no las identifico ni siquiera en los encuentros sociales. Algunas sufren tal transformación, tan dramático cambio físico “como cuando sale la luna llena en una película del Hombre Lobo”.
Todos en la peluquería distendidos y algunos despernancados, en cada silla pelando a cuatro manos, el maquillador y su clienta. Y yo aguzando, afilando el oído.
-Piénsalo con calma (escucho). “Tú no das la talla para un lío extramatrimonial. El precio es muy alto. Recuerda lo que le pasó a Lola”.
-En otra silla: -Chávarro ganó la candidatura y se desapareció. No lo hemos vuelto a ver por estos lares. Que no se vaya a repetir la historia. ¿Cuál historia?, me pregunto.
-Que si Manuel Macías tuviera la simpatía y desparpajo de “Tita” Diaz, su mujer, andaría volando. –Está en la mitad, apunta una dama con voz de hombre, “ni tan simpático como ella, ni tan desabrido e intratable como Ernesto Macías”.
-Mi vecina más próxima está hablando de la fortuna de Armando Ariza, “una salvajada”, dijo, amasada con el dinero que pusimos todos pagándole a Comfamiliar.
Pregunta si ya vieron las fotos de Ariza en Valledupar primero y después en Turquía con algunos huilenses, unos honestos y otros no tanto. Cuenta que Ariza está comprando todas las estaciones de gasolina del Huila. Y hasta tiene secretaria de salud de Pitalito, una sobrina.
-Mi peluquero, que tiene como meta hacer parte de la tripulación del próximo Apolo (su forma lo enloquece), me contó de su fastidio cuando el senador Losada de las FARC quiso darle respiración boca a boca a José Obdulio. ¡Qué horror este tipo tan feoooo¡ gritó como una loca.
-En algún momento sirvieron tinto a todos los presentes y alguien hizo la pregunta de moda: ¿Quién es el nuevo gobernador?
Eramos 20 personas, con la mayor diversidad sexual en 10 metros cuadrados. Ganó Luis Enrique Dussán, por dos votos. ¡Por dos cachetes¡ apuntó alguien.
Y entonces todo sucedió como si le hubieran jalado la cola al tigre. Una señora rica pero fea pidió whisky, cerraron el salón y todos resultamos politólogos.